21 Octubre 2024. EL PERRO FIEL. Juan M Román
A las tres de la mañana los ruidos en el Hospital Central comienzan a disminuir. Los heridos en accidentes de tráfico del día, ya han llegado. Las víctimas de riñas entre borrachitos han sido vendadas y los médicos y enfermeras del departamento de emergencias comienzan a ver la posibilidad de un breve descanso antes de entregar la responsabilidad al turno que entra a las cinco de la mañana. Solo se oye el monótono beep beep de los respiradores artificiales que mantienen con vida a los enfermos mas graves.
De repente, un ruido que Alicia, la enfermera Jefe jamás había oído en sus quince años de servicio, se oye en la parte trasera del salón. Era un rugido sordo, una mezcla de aullido doloroso y gruñido amenazante que sorprendió a todos. ¡Auxilio! Gritó Alicia. ¡Hay una fiera en el depósito al lado de la entrada trasera! Los dos jóvenes internos que estaban empacando sus cosas para irse a sus casas, corrieron a investigar. ¡Cuidado, doña Alicia! Apártese, puede ser peligroso, un animal con rabia o algo así.
Se acercaron lentamente a la puerta del deposito trasero y volvieron a oír el misterioso ruido, pero esta vez era mas como un llanto, como de alguien con un gran sufrimiento que pide ayuda. Estaba muy oscuro y solo se veían un par de ojos fosforescentes en medio de la oscuridad y del desorden de muebles y equipos abandonados que se almacenaban en ese depósito.
Eduardo, el mayor de los dos internos, intentó tomar el control. ¡Roberto, corre a buscar una linterna¡ Yo me quedo aquí para evitar que esta fiera entre a las salas. Pero extrañamente, los gruñidos amenazadores ahora se habían convertido en gemidos que parecían pequeños gritos de felicidad. Eduardo se acercó cautelosamente y lo que vio, lo dejó paralizado. ¡Roberto, apúrate! No vas a creer lo que hay aquí. Traigan una camilla, vendas y suero. ¡Rápido, rápido!
Eduardo se devolvió presuroso a cumplir la orden de su compañero, mientras tropezada con doña Alicia que llegó atraída por los gritos. Todo el Hospital era ahora un coro de voces y de gritos y de preguntas sin respuestas. Todos callaron cuando salió Roberto del depósito con un pequeño chiquillo en sus brazos. Ha perdido mucha sangre. Necesito ya una linea de suero y el defribilador. Creo que todavía está vivo! (Continuará)
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