Sucedió sin darnos cuenta. Estábamos conversando. Se oyó un
estruendo. Ella agrandó los ojos ¿Qué pasa? ¡No sé! Detrás de la ventana el
paisaje iba desapareciendo: los árboles,
la calle... Intentamos salir. Nada. La puerta no abría, ni las
ventanas, ni…
El cabello cereza de mi mujer se
iba volviendo blanco y su piel chocolate,
agrietada. ¿El coche? ¿Dónde está el coche? Me acordé de mi padre aquel 2009, de mi hermano, del reloj de aquella navidad... Poco a poco, pasaron los años y fueron desapareciendo los
muebles, las fotos, el tiempo, Ella… Un día, me lancé al infinito y allí, el cabello blanco de mi mujer se volvió cereza. Nos abrazamos.
Edel-Mari Pérez
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