En el mar
“¡Devastador! Tsunami en Chile…” (El Mercurio, 27 de febrero 2010)
En el mar
Jorge Rivera
Lo tuve todo en mis manos. Las
ilusiones, los sueños. La paz. La sensación de triunfo. Fue en el mar, cuando
el horizonte se me escurrió entre los pliegues de mi piel. Se metió dentro de mí.
Me invadió. Ya las olas levantiscas no estorbarían más la contemplación de la
infinita línea. Ni los peñascos impedirían que el atardecer incendiara las
nubes y las frustraciones. Las gaviotas proseguirían sin final sus vuelos, ora plácidos,
ora atrevidos. ¡Me había transformado en un cormorán, engullendo peces y
felicidad!
Lo tuve todo en mis manos. Con el
horizonte dentro de mí, no cabía un pensamiento oscuro. Los tropezones de la
vida, simples corcoveos de mi barca en un mar embravecido. Sin marcha atrás. Apenas, de cuando en vez, un
abrir de senda nueva para capear cualquier tormenta. De cuando en vez, porque,
en verdad, casi siempre la brisa era apacible. Las cosas diarias de la vida
fluían en corrientes, tibias, unas y frías, otras. Hechas para disfrutarlas al
rítmico, acompasado salto y zambullida de los delfines.
Lo tuve todo entre mis manos. Hasta
que el oleaje creció inmenso, inevitable. Y estrelló con violencia en la playa
mis certezas y mis convicciones. Barcos encallados en edificios. Hecha añicos la
vida construida con soberbia. Ahogado el alarido exultante de los clímax sobre
la tierra estremecida. Estertor de destrucción a cada paso. ¿Cuál fue el volcán
que impulsó, desde el fondo, aquella carrera alocada de olas gigantescas? ¿Qué espasmo
tan dentro de mí escondido, que no me diera cuenta? Los horizontes se quiebran,
los de afuera y los de adentro. Eso aprendí, contra mi voluntad y mi deseo. Ya
no sé si aferrarme a mi remo convertido en ancla sobre la playa golpeada. O,
simplemente, flotar como una ruina más del irracional e inclemente destino.
15.10.19
tremendo
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